Buscando aliados

Después de haber estado tanto tiempo trabajando para esa organización sabía donde se encontraban varios de esos chicos con poderes, ya que los tenían localizados a casi todos. Si no me equivocaba en esta casa vivía uno de ellos y su poder al igual que el mio estaba relacionado con el fuego. Tenía que hablar con ella. Me acerqué y llamé a la puerta.

Me acerque a la puerta
- ¿Quien? - dije en alto para que me escuchase

- Busco a Zaira Ruiz - dije también en voz alta.

- ¿Quien eres? - dije por seguridad

- Me llamo Javier Fernández. Tengo algo que proponerte.

Abri la puerta despacio - pasa

Entré y me acomodé en el sofa del salón como si se tratara de mi propia casa.

- Me imagino que te estarás preguntando porque estoy aquí... - dije mirándola.

- Por supuesto que si - sonrei - me estoy asustando

"Empezamos bien" pensé. No me había gustado lo que acababa de oír. La miré fijamente con la misma mirada con la que solía intimidar a otros.

- ¡Qué pasa! - dije asustada y sentandome a su lado en el trozo de sofa que qeudaba libre

- No deberías asustarte - le dije manteniendo la mirada - Con el poder que posees no deberías temer a nadie.

- ¿Qué poder? - dije haciendome la tonta - ¿de que me hablas?

- No te hagas la tonta conmigo Zaira - dije en tono serio - Sabes perfectamente de lo que estoy hablando.

- Pero, ¿cómo lo sabes? - dije confusa

- He hecho los deberes - dije mirándola con una sonrisa enigmática.

- Eso parece - dije sonriendo - pero todavia no te comprendo

Decidí mostrarle mi poder. Me saqué el mechero del bolsillo y lo encendí. Me quedé mirando la llama y empecé a agrandarla usando mi don.

Me levante del sofa
- Entonces tu tambien puedes hacer esto - dije encendiendo mi mano de fuego

Sonreí.

- Mi poder no es tan bueno como el tuyo - le dije mirándola - Yo no puedo crear fuego, sólo puedo manipularlo.

- Puedo hacer las dos cosas, aunque no lo controlo muy bien, todavia no puedo tocar mucho a la gente o cosas asi... - dije mirando al suelo

- Yo podría ayudarte a controlarlo - le dije mientras seguía agrandando la bola de fuego hasta que alcanzó el tamaño de una pelota de fútbol y la miré - Si quieres claro.